Encontrar una vivienda para establecerse y comenzar la construir un futuro es un gran reto para la juventud, sobre todo en la situación actual. A la subida de precios y la escasez de vivienda hay que sumarle las exigencias a la hora de escoger personas inquilinas. En el caso de las y los jóvenes en situación de tutela, estas exigencias vienen reforzadas por perjuicios y las zonas rurales y no urbanas no están exentas de estas situaciones.
Durante nuestra etapa adolescente y primeros años de juventud, es común contar con alguien que nos ofrezca orientación en momento difíciles. Bien sea una madre, un primo o una hermana, esa persona actúa como un faro en la costa, iluminando nuestro camino hacia la adultez y brindándonos el apoyo necesario para superar obstáculos. Sin embargo, no todas ni todos tienen la suerte de contar con un referente de confianza.
Para las chicas y chicos que llegan a una vivienda asistida del Programa de tránsito a la vida adulta, autonomía y emancipación para personas en situación de vulnerabilidad en zonas no urbanas, la entrada es un momento importante, pero también emotivo.
Al pedir tu bolsa o libreta solidaria ayudas a que miles de escolares sin recursos puedan tener la educación que merecen.