Stephanie tiene 24 años y vive en Vigo con su hijo de tres. Cada día tiene que encajar ella sola el tiempo de crianza con su trabajo en hostelería. Desde que dejó de estar tutelada, vivir cada día es un acto de coraje.
¿Estás de acuerdo?
Ya desde niña, Stephanie ha carecido del apoyo de una familia. Mientras estuvo tutelada recibió la protección que le faltaba. Pero, una vez cumplida la mayoría de edad, dejó de tener esa protección.
Ahora su salario apenas da para cubrir todos los gastos. Este año el precio del alquiler ha subido más de un 10% y la factura de la luz no deja de crecer. El encarecimiento de productos básicos como la fruta, la carne o el pan hacen que la dieta sea cada día más limitada.
Y a eso hay que sumarle el vivir cada día con una preocupación: si un día me faltase el trabajo, ¿qué pasaría? Stephanie lo tiene claro: sin familia y sin ingresos, el destino es la calle.
No hay datos sobre el número de jóvenes ex tutelados que se han visto abocados a vivir en la calle. Pero sabemos que existen.
Es de la máxima urgencia que se garantice su derecho a la vivienda. Por eso el pasado mes de abril le trasladamos al Instituto Galego de Vivenda e Solo una petición oficial para que, en la futura creación de la Rede Galega de Vivendas de Inserción:
a) se realice una reserva del parque total de viviendas para el acceso directo y gratuito de jóvenes ex tutelados por la Xunta de Galicia menores de 35 años; y b) que la duración mínima de la estancia sea de 2 años, con opción de prórroga y de retorno cuando fuese necesario.
Contigo podemos darles la protección y la educación que necesitan. Juntos haremos posible que sean de mayores lo que sueñan ser.