La pobreza limita hasta un 80% su futuro educativo. Tienen más dificultades para aprender. Están más expuestos a situaciones de estrés y malestar en casa. No tienen figuras adultas de quienes recibir la ayuda escolar que necesitan.
Estos problemas han empeorado en el confinamiento. No ir a la escuela significa perder contacto con las amistades. Dejar de recibir apoyo del profesorado y de otros referentes positivos. Significa más presión para las familias que han visto agravada su situación en esta crisis.
El actual gasto gallego en Educación (1.446 millones de euros) es inferior al del año 2009. Incluso si le sumamos los fondos Covid aportados por el Gobierno de España, no llega para compensar las desigualdades.
Queremos un modelo educativo que tenga en cuenta al alumnado más desfavorecido. Estos niños y niñas tienen 6 veces más riesgo de dejar la escuela. Lo que pedimos es que la escuela no las abandone a ellas.
Que el gobierno de la Xunta de Galicia aumente el presupuesto para Educación un 5% cada año de legislatura, y que ese incremento esté íntegramente destinado a medidas de equidad educativa.
Que se refuerce la contratación de profesorado titular y de apoyo; especialistas de atención psicológica y socioeducativa; pedagogía terapéutica y logopedia.
Prioridad de inversión en aquellos centros que, debido a las circunstancias de su alumnado (contexto desfavorecido, necesidades especiales, origen extranjero, etc.), precisen de recursos de apoyo más urgentes.
Que, si es preciso retomar el aprendizaje a distancia, se garanticen los medios técnicos, atención individual y apoyo emocional para el alumnado con mayores dificultades.
Que el desempeño educativo se mida de ahora en adelante por nivel de renta para conocer el impacto real de la pobreza familiar en el abandono escolar prematuro.