Se preparó durante tres años para ese día. Trabajó para juntar ahorros que le permitiesen dar el salto. Ahora Lucía vive en una nueva ciudad. Consiguió algo que muy pocas personas en su situación consiguen: comenzar una carrera universitaria.
Le gusta la literatura. Se le dan bien los idiomas desde pequeña. Por eso decidió estudiar Filología Hispánica en Santiago de Compostela. Después de pasar tres años en la vivienda tutelada del Programa Mentor de Pontevedra, Lucía dio por fin su salto a la vida adulta.
Su nuevo hogar es una residencia universitaria en Santiago de Compostela. Dejar la que fue su casa, sus compañeros y educadoras, «fue duro, sobre todo a nivel emocional». Un piso tutelado es mucho más que eso: «Poder hablar abiertamente de lo que me pasa, de como me siento… No es solo el apoyo económico, hay muchas cosas que el programa cubre y que no son tan visibles. Hay mucho más».
El logro de Lucía es enorme. Para los niños y niñas que no tuvieron el respaldo de una familia, el riesgo de dejar la escuela prematuramente se multiplica por seis.
Ahora que ha logrado su objetivo, Lucía persigue el sueño de graduarse. Pasar por una vivienda tutelada le ha permitido reunir los ahorros que ahora son su sustento.
En su vida no hay personas que la puedan apoyar economicamente. Por eso quiere encontrar un trabajo que pueda compaginar con los estudios. «Mi sueño es tener una casa, pero eso es muy a largo plazo. Ahora tengo que sacar la carrera, tengo que llegar hasta el final».
Todas las niñas y niños deberían tener las mismas oportunidades de acceder a la educación. Pero el 70% del alumnado más vulnerable abandona la escuela prematuramente.