«Tenemos más dificultades: la gente sigue teniendo prejuicios por estar en un centro de menores»

Hace dos años que Lucas se fue de la vivienda tutelada en la que residía. Ahora, ya independizado, recuerda su paso por el sistema de protección.

Los y las jóvenes tuteladas tienen que independizarse mucho antes que el resto sin una red de seguridad detrás. «Irse de la vivienda es duro porque de repente tienes que pagar tu todos los gastos», explica Lucas. El se emancipó con un empleo después de prepararse dos años en el Programa Mentor  para la vida adulta, pero reconoce las dificultades añadidas que ha tenido: «A la hora de buscar trabajo, si saben que vienes de un centro de menores, ya tienen prejuicios hacia ti».

Las personas tuteladas no han hecho nada malo. Se encuentran en esa situación porque sus familias no supieron o no pudieron cuidarlas: «La gente que crece en viviendas no es problemática. Van allí para aprender, para poder tener un futuro mejor el día de mañana».

En la actualidad, dos años después de emanciparse, sigue manteniendo relación con las educadoras y educadores del programa y con algunas de las personas con las que convivió: «Entrar en la vivienda fue lo mejor que me pasó en la vida porque me ayudaron en muchos aspectos».

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