Comienza un nuevo curso escolar y con él, la misma pregunta de siempre: ¿Está nuestra educación preparando a todo el estudiantado para un futuro igualitario? La respuesta, a la luz de los datos, es clara: no.
Un entorno de exclusión y de desigualdad influye en los resultados educativos de las niñas y niños, les carga con una mochila con la que tienen que afrontar esa «carrera» educativa sean cuáles sean sus talentos y esfuerzos. El fracaso escolar determina una tasa de ocupación del 60 % frente al 90 % de las personas que finalizaron estudios medios o superiores. El derecho a la educación no está promoviendo ni garantizando su papel de ascensor social y la brecha social se hace más profunda.
El discurso de que el fracaso escolar, y el laboral, es un fracaso personal por no tener capacidad, interés o competencias, es un discurso falso que daña la autoestima y la confianza, contribuye a la aparición de soledad, exclusión e incluso problemas de salud mental. Debemos dejar de señalar exclusivamente al estudiantado por el fracaso y mirar hacia el sistema educativo, un sistema que no proporciona las herramientas necesarias.
Este ciclo, donde la educación es clave, determina, para la juventud con entornos no favorecedores, un futuro complicado, con dificultades para acceder a un empleo, a una vivienda y sobre todo para poder formular un proyecto de vida autónomo y romper ese ciclo de exclusión. Según datos de la OCDE, una persona en situación de riesgo necesitaría cuatro generaciones para salir de ella.
Necesitamos recuperar la educación equitativa, invertir en los centros educativos de entornos desfavorecidos y en programas que apoyen al estudiantado con bajo rendimiento. Los centros deben tener mayor autonomía para desarrollar proyectos innovadores y adaptados a las necesidades de su alumnado. El profesorado, clave para garantizar una educación de calidad, debe tener acceso a formación continua y el apoyo necesario para llevar a cabo su labor. Los centros que así lo requieran deben contar con equipos directivos especializados.
Necesitamos poner la equidad en el centro. La educación no es solo un derecho, es una inversión en el futuro. Si queremos construir una sociedad justa y equitativa, debemos garantizar que todas las niñas y niños tengan las mismas oportunidades. Es hora de romper el círculo de la desigualdad y hacer de la educación un verdadero ascensor social.
Carlos Rosón
Director de IGAXES
Contigo podemos darles la protección y la educación que necesitan. Juntos haremos posible que sean de mayores lo que sueñan ser.