Cinco mitos sobre los menores tutelados

Paremos los bulos que criminalizan a los jóvenes del sistema de protección.

En la actualidad, los mensajes de odio, los bulos y la desinformación se difunden con gran rapidez, tanto en las redes sociales como en los medios de comunicación tradicionales. Muchas veces, detrás de estas publicaciones hay ignorancia y un profundo desconocimiento. Uno de los colectivos más afectados por esta información errónea son las chicas y chicos tutelados.

Como organización, sabemos que es fundamental llevar a cabo acciones. Esto debe servir para dar a conocer la situación de todos los niños y niñas del sistema de protección con los que trabajamos, y así desmontar prejuicios y falsedades.

En este post, queremos compartir cinco de los mitos más habituales sobre los menores tutelados, con el objetivo de luchar contra la desinformación y crear conciencia sobre su verdadera realidad.

tres chicos sentados en la fueste de una plaza hablando

1. «Están tutelados porque algo han hecho»

Las chicas y chicos tutelados están bajo protección porque han sufrido situaciones de abandono, maltrato o porque provienen de un entorno familiar desestructurado. Muchas veces, las familias no pueden garantizar su bienestar, y esto no tiene nada que ver con el comportamiento de estas niñas y niños. Esta percepción estigmatizante solo alimenta una imagen errónea de un colectivo vulnerable, añadiendo aún más dificultades a su situación personal. Los menores tutelados son víctimas de circunstancias adversas, no una amenaza para los demás.

 

 

 

2. «Reciben muchas ayudas»

Es cierto que existen programas de apoyo, pero la mayoría son insuficientes y no cubren todas sus necesidades. En muchas ocasiones, dependiendo de sus circunstancias, tampoco pueden acceder a ciertos recursos, como el alquiler social. A menudo, quedan en desventaja frente a otros jóvenes en términos de vivienda, empleo y oportunidades. Aunque estas dificultades intentan suplirse con los recursos que ofrece el sistema de protección para fomentar su autonomía, estos son limitados y no siempre suficientes para garantizar un desarrollo integral.

 

 

 

3. «Tienen problemas de conducta»

Los jóvenes tutelados y extutelados pueden haber sufrido situaciones de estrés emocional o historias de vida potencialmente traumáticas. Esto puede hacer que algunos presenten dificultades en su comportamiento debido a sus experiencias, pero la mayoría son chicos y chicas que buscan oportunidades para crecer y desarrollarse en un entorno seguro. Su comportamiento no es diferente al de otros jóvenes de su edad. La criminalización de sus emociones solo los empuja aún más hacia la desprotección y puede contribuir al desarrollo de problemas de salud mental. Por ello, es fundamental proporcionarles las herramientas necesarias para que aprendan a gestionar sus emociones. De este modo, podrán afrontar los retos de la vida de una manera sana y equilibrada.

 

 

 

4. «Ni estudian ni trabajan»

Los menores tutelados tienen un gran deseo de formarse y trabajar para lograr autonomía, incluso más que otros jóvenes. Esto se debe a que suelen emanciparse entre 5 y 10 años antes que el resto de las chicas y chicos de su generación. Es un proceso contrarreloj en el que se lanzan a la vida adulta sin ningún tipo de red de apoyo o seguridad. Por ello, muchos acceden al mercado laboral lo antes posible, lo que en algunos casos les impide optar por estudios superiores. Son como cualquier otro chico o chica de su edad, pero enfrentan más barreras que los demás. No solo son obstáculos materiales, sino también psicológicos, ya que la falta de estabilidad emocional y social puede dificultar su rendimiento académico o profesional. Con el apoyo adecuado, estos jóvenes pueden construir vidas plenas, como cualquier otra persona de su edad.

 

 

 

5. «Son todos extranjeros»

La gran mayoría de los menores bajo protección son nacionales. Según datos oficiales, alrededor del 70 % de los usuarios del sistema de protección en España han nacido aquí, mientras que el otro 30 % son extranjeros. En muchos casos, se trata de niños y niñas que llegan solos a un país en el que no conocen a nadie, huyendo de situaciones de conflicto, pobreza o violencia. La difusión de discursos de odio, prejuicios y bulos sobre ellos no hace más que perpetuar su exclusión e invisibilizar sus necesidades y derechos.

 

 

 

Todos los jóvenes, sin importar su situación u origen, tienen derecho a una vida plena, a una vivienda digna, a ser protegidos y a recibir las oportunidades necesarias para desarrollarse tanto en el ámbito personal como en el social. Programas como Mentor trabajan bajo estos principios, para que los jóvenes que transitan hacia la edad adulta sin una red de apoyo puedan hacerlo de la manera más segura posible.

Acabar con los prejuicios que los rodean también es una prioridad. Campañas como «No nos juzgues» o «Resalire» buscan romper el estigma y acercar su realidad al resto de la sociedad. Es responsabilidad de todas y todos generar un entorno en el que la juventud tutelada se sienta valorada, apoyada y capaz de alcanzar sus metas. Terminemos con los prejuicios, etiquetas y estereotipos que les impiden desarrollar su máximo potencial.

Contra los bulos, difunde

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