Esto fue lo que le sucedió la Bilal, un joven que, después de dejar atrás su ciudad natal, llegó a Chantada, un pequeño pueblo del interior de Galicia, con la esperanza de construir un futuro mejor.«Formar parte del Programa Mentor Rural me ayudó a cambiar de vida», reconoce. » Me ayudaron a encontrar trabajo y a formarme en cosas tan necesarias como el idioma o habilidades laborales.»
Bilal llegó a Chantada sin saber muy bien lo que le esperaba. Adaptarse a un nuevo país, una nueva cultura, nuevo idioma y, sobre todo, la un entorno rural, puede presentarse como todo un reto. Solo en Galicia, se calcula que existen ya 1.873 aldeas vacías y 1.090 con un único vecino.
Y aunque es cierto que en algunas zonas ciertos servicios, transporte u oferta cultural pueden verse limitados, el atractivo que supone de cara a gente joven para establecer allí su vida comienza a despertar interés, especialmente por el potencial de desarrollar proyectos propios, disfrutar de un estilo de vida más tranquilo y conectado con la naturaleza, y formar parte de una comunidad en crecimiento. Donde muchos ven falta de oportunidades, otros consiguen crearlas ellos mismos.
Para jóvenes como Bilal, adaptarse a Chantada después de haber crecido en una ciudad grande es, como él mismo dice, «muy diferente”. Acostumbrado al anonimato, a pasar desapercibido, esta peculiaridad del rural, que al inicio le parecía un desafío, acabó por convertirse en un de sus mayores apoyos. «Ahora tengo amigos y amigas tanto en el instituto como en el equipo de fútbol sala donde entreno y juego. Me siento parte de la comunidad.»
Esta comunidad, la creación de redes de apoyo entre vecinas y vecinos es mucho más sencillo en el medio rural. Para los jóvenes del sistema de protección, es fundamental generar no solo soporte emocional, sino también a la sensación de pertenencia a una comunidad que los acoja y les dé valor.
La hospitalidad y la amabilidad de la gente de Chantada, de la gente del rural, le permitió a Bilal sentirse como en casa. Aunque poco a poco, consiguió integrarse por completo en el pueblo. «La gente y muy buena, tanto en el pueblo como en el trabajo. Estoy muy contento con mis compañeros y con mi jefe»
Y Bilal lo escuchó y respondió. Después de formarse en hostelería, fue quien de conseguir un empleo y dar su primer paso hacia una vida independiente. “Me siento respetado en el trabajo, y he ganado confianza en mí mismo.»
El trabajo, más allá del aspecto económico, representó para Bilal, al igual que para muchas personas jóvenes, un cambio de vida. «Tener un empleo te permite avanzar, aprender y, sobre todo, sentir que estás construyendo tu propio futuro.»
La tranquilidad y el menor coste de vida son aspectos que Bilal valora especialmente después de vivir en ciudades más grandes. La experiencia en Chantada y en el Mentor Rural no solo le proporcionó estabilidad en el presente, sino también una nueva visión de futuro. «Ahora mi objetivo es cursar un ciclo superior en Automoción», explica con entusiasmo. Bilal quiere compatibilizar los estudios con el trabajo, demostrando así su voluntad de seguir creciendo tanto a nivel personal como profesional. «De momento pienso en el presente. No sé donde estaré en el futuro, ahora estoy centrado en aprender y mejorar.»
Mentor Rural sigue acompañando a jóvenes y chicas como Bilal en la construcción de sus propios futuros, ayudándoles a sortear las dificultades de acceso a la vivienda, búsqueda de empleo o alternativas al ocio, acompañándolos en la construcción de sus vidas y fomentando que cada uno pueda escoger dónde quiere vivir. Apostar por la juventud rural no solo mejora su calidad de vida, sino que impulsa la sostenibilidad y la cohesión social de estas regiones.
Programa de tránsito a la vida adulta, autonomía y emancipación para personas en situación de vulnerabilidad en zonas no urbanas
Contigo podemos darles la protección y la educación que necesitan. Juntos haremos posible que sean de mayores lo que sueñan ser.